viernes, 24 de junio de 2011

DESPIERTA YA ! ! !


La realidad es una ilusión, pero muy persistente.
Albert Einstein


El ser humano vive alienado por múltiples influencias que desconoce. Tal como se encuentra hoy, es un autómata; una máquina cuyos pensamientos, sentimientos y acciones son apenas reacciones a estímulos externos. Está atrapado en una red de creencias, leyes y dogmas falseados que lo condicionan y lo programan, mientras le generan la ilusión de ser el dueño de sí mismo. Pero su vida y lo que da en llamar su realidad se construyen sobre una mentira. Una gran mentira compartida, un sueño colectivo sostenido por millones y diseñado y dirigido por unos pocos, los mencionados "amos del mundo".
Viviendo en esta suerte de sueño hipnótico, el hombre común vive en la inconsciencia, tomando ese término como falta de consciencia de "sí mismo". La vida se despliega de este modo en una pura exterioridad: la imagen, los sonidos, la información en sus múltiples formas, la tecnología y sus objetos de seducción, no sólo desatan el irresistible deseo de “cada vez más”, y de “nada es suficiente”, sino que alejan al ser humano cada vez más de todo conocimiento interior, produciendo de ese modo más frustración. Todo el sistema social está cuidadosamente montado a la manera de un espectáculo destinado a dirigir la atención humana "hacia fuera". En la actualidad, la tendencia está definida en provocar dos reacciones básicas en las personas: el consumo y la distracción. Y esta tendencia no es casual sino que es el producto de múltiples acciones deliberadamente estudiadas y pensadas para lograr tal fin. La pregunta es ¿Por qué se quiere lograr en el humano esas dos conductas especialmente? Porque son los dos pilares que sostienen la Gran Mentira. Son las dos fuerzas principales que causan en las personas un conveniente estado de alienación y pasividad que lo mantienen alejado de la verdad. Una verdad que está cada vez más cerca - más peligrosamente cerca- casi al alcance de la mano. Por eso es conveniente y necesario mantrener a las personas en un estado de semialienación que le impida ejercer el mayor poder con el que se lo ha dotado: el poder de la elección.
Es así que el estado de alienación de la mente humana se acrecienta y se propaga a pesar de la diversidad de teorías psicológicas y caminos espirituales que surgen como vanos intentos de llenar un vacío imposible. Miles de técnicas y cientos de escuelas han surgido como respuesta a la creciente demanda de búsqueda de sentido a la existencia humana.
Sin embargo, nada cambia. Al menos, nada parece cambiar. El ser humano no cambia, a lo sumo acomoda algo para adaptarse a una realidad que lo excede y lo moldea. Y es así que vive apegado a personas, objetos, ideologías o dogmas, convertido cada vez más en un ser dependiente y manipulable, títere y esclavo de otros seres que se sostienen gracias a la pasividad y el consumismo de millones de mentes sometidas.
¿Alguna vez te has preguntado por qué? ¿Por qué ese interés tan especial que parece tener el sistema en mantener al hombre alejado de la consciencia de sí mismo?
Yo sí.
Me he hecho esta pregunta miles de veces. Y finalmente he hallado la respuesta. No fue una tarea fácil, aunque de hecho tampoco imposible. La clave reside en una frase tan simple en apariencia, como profunda en su significado:
"Gnosti te autvn". Que traducido significa
"Conócete a ti mismo".
Esta frase, que se leía en el frontispicio del templo de Delfos, sigue siendo la clave de todo. Cabe recordar que esta sabia sentencia se continuaba en el sancta-santorum de dicho templo donde se agregaba “...y conocerás a Dios”. Este consejo, en apariencia muy simple, encierra el más grande secreto de poder que podqmos imaginar, además de impulsar al ser humano a realizar la obra más difícil de todas: conocerse a sí mismo. Conocer su esencia, su real dimensión de existencia, su poder. Con esta sentencia los sabios expresaron que la verdadera enseñanza sería hallada en un punto de más antiguo y más profundo origen, más allá del límite mortal humano. Más allá del límite de la razón.
El camino hacia el conocimiento de sí mismo es la única dirección posible para la realización del Ser Humano como tal. Entendiendo al Ser Humano como un ser ilimitado y poderoso, al cual se le ha negado sistemáticamente la posibilidad de saber quién es realmente.

Muchos sostienen que en la actualidad, la espiritualidad está en crisis. No es así. La espiritualidad es nuestra propia esencia, eterna, inmutable y "ella" - esa parte nuestra - no entra en crisis. Lo que sí está en crisis es el intelecto humano pues ya no funciona en los nuevos paradigmas y frecuencias en las que ha entrado el planeta entero y junto con él, la humanidad. Algo en nuestro interior se resiste a seguir aceptando los viejos dogmas que antes funcionaron para dominarnos. El ser humano está empezando a descubrir lo que en teatro se daría en llamar "tras bambalinas", es decir, todo el armazón, la "tramoya" que existe detrás del escenario. Sabemos que algo más está detrás de la trama. Una vez que lo sabemos, una vez que se empieza a vislumbrar la verdad, es imposible regresar al viejo estado de atadura mental, de sometimiento y aceptación. Necesitamos seguir buscando indicios, descubrir de una vez el engaño. Y esto sólo es posible alcanzando el único lugar donde la ilusión no llega pues no funciona: ese lugar - o dimensión - es el interior de uno mismo. Cuando surge el entendimiento de quién uno es, una increíble revelación que hasta entonces había estado oculta, se manifiesta de una vez y para siempre: la causa y origen de toda la realidad. Y al manifestarse en nuestro ser la realidad, cae como una cáscara vieja todo el circo montado en nuestro entorno social, sostenido por millones de trucos y formas de distracción que van desde la poderosa y remanida T.V hasta los más novedosos implementos de uso personal, como los teléfonos celulares.
El punto clave es:
¿Sabes tú quién eres?
¿Te has detenido a pensar?

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